Hace unos días, en Platges de Comte, observé a esta chica, echarse la siesta, completamente relajada, sobre las puntiagudas rocas de una esquina del arenal grande. La playa estaba abarrotada y la muchacha decidió aprovechar el hueco que nadie quería, parta disponer de un espacio más amplio. Hace pocos años, no más de cinco o seis, solía ir a Platges de Comte muchas tardes del verano con los niños. Había gente, pero nada comparado con las concentraciones de hoy en día. Desde luego, no hacía falta convertirse en faquir para disfrutar de un siti0 amplio junto a la orilla.