Cada vez que almuerzo en el restaurante Ses Eufabies y la tertulia se alarga al ritmo de algún que otro gin tónic, no puedo evitar colocar la copa de balón frente a la luz cegadora del atardecer y disparar la cámara. La imagen refleja intensamente las sensaciones de confort y calidez que disfruto en cada una de esas oportunidades. Una vez más, una imagen vale más que mil palabras.