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Me gustan los días de playa largos. Esos que acaban con sabor a salitre en la boca y los ojos cansinos de tanto mantenerlos abiertos bajo el agua. Si esas jornadas, además, acaban con un atardecer frente a la orilla, acaban siendo perfectas. Esta foto, tomada ayer en Cala Vedella, representa uno de esos largos días de verano, con ocasos emocionantes y vivencias alegres en familia o con los amigos. En esta época, en Cala Vedella el sol se pone junto a un cabo, a la derecha del horizonte, y enciende de rojo el cielo, el mar y hasta los barcos, que se alinean en busca de refugio a la entrada a la cala.