Hay una gran diferencia entre plantar un garabato en un monumento o salpicar de arte un edificio ruinoso. El autor de este singular graffiti, situado en una descuidada caseta de contadores de luz camino de Es Figueral, en el norte de Ibiza, lo tiene claro. Imagino que con una plantilla diseñada por él mismo, ha esbozado una payesa típica, pintando un muro con cal viva, ayudada por una gruesa brocha. Como se hacía antaño en todas las casas de campo… ¿Gamberrismo? No. Arte.